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Hola

Mi nombre es Flor y agradezco tu interés por llegar hasta aquí para transitar consciente hacia la muerte.

Todo sobre mi

Tenía nueve años cuando vi morir a alguien por primera vez, hoy tengo más de 40.

Era mi hermano mayor, mi guía, mi compañero de juegos, la presencia luminosa que me enseñaba a mirar el mundo con curiosidad.

Su partida fue repentina, y ese día la vida cambió para siempre.

No entendí del todo lo que pasaba, pero algo dentro de mí se quebró… y, al mismo tiempo, algo se abrió.

Fue mi primer encuentro con el misterio de la vida y la muerte.

Desde entonces, la muerte camina conmigo —no como una sombra, sino como una maestra silenciosa.

Al salir del colegio, elegí estudiar Psicología, me titulé en 2007 convencida de que comprender la mente humana era una manera de honrar esa herida temprana, pero pronto comprendí que la vida no cabe en los libros y entonces comencé a acompañar a otros en procesos de transformación, de duelo, de búsqueda de sentido.

Escuché cientos de historias, cada una distinta, única, pero con un fondo común: el deseo profundo de comprender por qué sufrimos y cómo encontrar paz.

Mi verdadera formación vino de ahí: de mirar el dolor sin huir. De acompañar sin juzgar. De estar presente.

El camino académico que seguí desarrollando mediante más estudios y especializaciones se fue entrelazando con otro más interior.

Viajé por el mundo buscando respuestas, y en Oriente encontré caminos vivos más allá de la teoría y la filosofía.

En los Himalayas, en India, en Nepal, en Tailandia conocí a mis maestros del Budismo y del Vedānta que me enseñaron el arte de detenerme.

Aprendí que la conciencia se expande cuando el cuerpo, la mente y la energía aprenden a escuchar juntas.

Este año regresé de mi último viaje, después de meses de silencio, práctica y contemplación. Volví distinta. Entendí que acompañar a otros hacia la muerte no es hablar de morir, sino de despertar a la consciencia.

También comprendí esto acompañando a mi madre durante más de dos décadas de hospitalizaciones. La vi debatirse entre la vida y la muerte muchas veces. Vi su cuerpo cansado y su espíritu intacto. Los médicos decían “no saldrá”, y ella volvía, con una calma que solo conocen los que han mirado de frente al abismo.

En cada recaída, le tomaba la mano y aprendía. Aprendía que amar no es aferrarse, es sostener con ternura. Aprendía que la fortaleza no siempre es resistir, sino también rendirse con dignidad.

El día que partió, entendí que no se apaga una vida: se transforma una presencia. Ella es mi primera maestra, mi fuente, mi luz. Y cada vez que acompaño a alguien en su tránsito, es su voz la que me guía.

Vengo de una familia chilena de clase media, con años buenos y otros difíciles, pero fue el amor lo que nos sostuvo siempre. Aprendí que el sufrimiento no es castigo, sino posibilidad. Que en el dolor hay belleza si uno se atreve a mirar con el corazón abierto.

Nada de lo que viví fue fácil. Y, tal vez, por eso aprendí a mirar la vida con profundidad.

Hoy, después de tantos años de estudios, viajes y experiencia, comprendo que el acompañamiento frente a la muerte no se trata de religión ni de misticismo, sino de humanidad.

No importa si alguien no conoce en el Budismo, el Taoísmo o los Vedas. Lo esencial está en la experiencia compartida: en ese momento en que dos personas se miran, una sostiene la mano de la otra, y ambas saben —sin decirlo— que la vida es sagrada porque es finita.

Por esto, lo que ofrezco no es un curso, ni una técnica, ni una fórmula. Es un espacio de encuentro. Un lugar para aprender a vivir con conciencia antes de que se acabe el tiempo que nos queda.

Un puente entre la ciencia y la sabiduría ancestral, entre la psicología y la espiritualidad, entre la mente que comprende y el corazón que siente.

No acompaño desde la teoría: acompaño desde la vida.

Desde haber visto la muerte de cerca, y haber descubierto en ella una fuente inagotable de amor.

Porque, cuando entendemos que todo puede terminar en cualquier momento, es cuando realmente comenzamos a vivir.

Acompañamiento personalizado

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Como Counselor Espiritual, mi objetivo es proporcionar un espacio seguro y acogedor para que las personas encuentren paz interior, armonía y bienestar.

A través de un acompañamiento personalizado presencial y online, clases de meditación y yoga, busco acompañar a las personas en su viaje espiritual para alcanzar un estado de calma, conexión (cuerpo + mente + energía + emoción) y unión espiritual que les ayude a transitar sus vidas hacia la muerte.

Es una propuesta que te invita a salir del ciclo rutinario de la vida para ir al encuentro de la Verdad.

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